jueves, 6 de febrero de 2020

"EL FARAÓN Y LA SANTA"; UNA NOVELA CON CIERTAS DOSIS DE POLÉMICA

 
Juan Bautista, protagonista de la novela, posando junto a un retrato de María Magdalena, procedente del taller de Leonardo.

Juan Bautista Fernández recibe un encargo por  parte de una cofradía religiosa. El controvertido encargo le hará reflexionar acerca del Jesús histórico, alejándole de sus creencias tradicionales, a la vez que su vida cambiará para siempre; escenarios como Venecia, París, Jerusalén, o el puerto de Jaffa serán testigos de sus vivencias, donde las pasiones, sexo, y los fanatismos religiosos prenderán en su piel.

 Con este argumentario todo pareciera normal en el contexto de una novela cualquiera, donde la fluidez de la trama, el colorido de los variopintos lugares donde transcurre, y un protagonista que destila grandes dosis de misterio predisponen a que tal relato no tenga problemas a la hora de su publicación.
Pues sí, después de ser visionada por varias editoras,  cierto es que la negativa no fue contundente, pero sí censuradora en torno a varías escenas del relato; siendo estas escenas, no producto de la fantasía novelada, sino hechos reales acontecidos al propio protagonista. La sugerencia y solución estaba en cambiar dichas escenas; pero de haberlo efectuado, el contexto y la fuerza dramática se hubieran resentido.  Evidentemente, yo no estaba por elaborar un "pastiche", y dejar un relato de alto calibre en un mero panfleto de aires turísticos para deleite de aquellos que quieran viajar por Jerusalén y zonas adyacentes.  
El protagonista; -como ya dijimos anteriormente-, vivirá situaciones íntimas, incluso intimidatorias, por parte de ciudadanos de otras religiones. Y ahí es donde llegan los problemas: en ciertos temas, cada una de las tres religiones monoteístas tiene una manera de proceder, incluso tratándose sobre delitos de corte sexual. Luego, los medios de manipulación de masas, es decir el de las tres Emes, hará su elegía condenatoria, según de qué religión se trate. En ese particular estado de cosas, el cristianismo es quien más palos suele recibir, ofreciéndonos una sensación donde sólo en esta cultura pareciera que se dan los mayores crímenes, las más grandes aberraciones que un ser humano pueda ofrecer. Sin embargo, si el protagonista recibe un trato intimidatorio, es practicamente secuestrado para integrarse en un particular harén; y si éste es ingenuo y cede al chantaje, lo más natural es que a las pocas horas su cadáver sea arrojado por la borda de un exclusivo yate repleto de griferías de oro, alfombras de terciopelo rojo carmesí, entre copas vacías del champán más caro del mundo.
No se trata, evidentemente de un individuo de formación cristiana, y para  mayor deleite es un multimillonario ávido de grandes cargas de lujuria. Creo que cualquier lector avezado sabe por donde voy. Pues, justamente ahí estriba todo el problema: no se puede narrar este hecho por la absurda y ya cansina "corrección política". Si el individuo en cuestión hubiese sido cristiano, igual sí.
 Los occidentales solemos pensar que las religiones ya no tienen peso en el orbe, que el mundo es absolutamente tolerante y todo es ¡muy guay! La realidad es más bien contraria, y quizás hoy se vivan los mas desgarradores fanatismos de la historia; más incluso que en el Israel del siglo primero; -al menos allí el noventa y cinco por ciento del pueblo judío era analfabeto, ¡ni tenían televisión, prensa e Internet!...¡Qué felices eran!...

 El relato hace ver esos contrastes que dejan en evidencia las infamias adheridas a las religiones, y no es casualidad que el día que las famosas torres gemelas caían, los muchos trabajadores pertenecientes a una de estas religiones no acudieron a sus labores en dichos edificios. Por no hablar de trenes accidentados con cientos de víctimas, y un largo etcétera....
Son muchos personajes, los que discurren en este relato, pero hay uno con unas connotaciones especiales, que los editores no supieron detectarlo; y que a buen seguro les hubiera causado un morbo de muchos kilates. De haberlo hecho, sus intereses hubiesen cambiado, habrían dejado aparcadas sus estupideces con barniz de progresía y probablemente esta novela hubiese alcanzado el estatus de best-seller. Dicho personaje es uno de los mas importantes miembros de la Realeza internacional. Pero, deliberadamente fue camuflado, casi encriptado en el contexto de la novela; aunque, evidentemente cada lector pueda hacer cábalas sobre su identidad.  Fue la única petición que Bautista me hizo, cuando  comencé a pergeñar la novela; quería que se protegiera su identidad, y lógicamente siempre respeté esa consideración y de tal forma así quedó.