Nos habíamos desplazado hasta Jumilla, para contemplar el singular desfile penitencial de la noche de martes santo. Debido a la gran concurrencia de personal, tuvimos que reservar con gran antelación para cenar esa noche. Escogimos "La Macarena", un acogedor local situado en la céntrica calle Cánovas del Castillo, y probablemente uno de los más antiguos de Jumilla, ya que se fundó en 1939.
Aunque llegamos sobre las diez y media, el local estaba absolutamente lleno. Decorado con sobria elegancia, en tonos grises, columnas al estilo de los viejos casinos, y algunas fotografías en blanco y negro. A simple vista, nos dejó una impronta de calidad, e intuimos que podríamos vivir una grata experiencia.Tataki de atun. |
Pedimos platos para compartir, donde la presencia del elemento marino tuvo lugar preminente. Es evidente que el "Tataki de atún" ya es un clásico en cualquier restaurante que se precie. El plato de trazos orientales ya es famoso en las cocinas españolas. En este caso, tuvo fineza, sabor denso y marino, aparte de un "wasabi" que no era nada agresivo en su potencial picante.
Alcachofas con foie y crema de trufa |
Para empezar, nos llegaron unas "Marineras con tartar de atún" con un buen són para iniciar el evento.
El plato estrella> Croqueta de sepia con perlas de wasabi. |
Nos sorprendieron unas "Alcachofas con foie y crema de trufa", Una verdadera delicatesen. Con una textura elocuente, de color siena sumamente atractivo; en el paladar nos dejó una gratísima impresión, con un fondo acusado, denso, aromático.
Pulpo macarena con patatas rotas y crema de marisco. |
El "Pulpo macarena con patatas rotas y crema de marisco" supuso una gran espectación en los manteles, nada más aparecer. El mixturado sabor de la composición, de total armonia nos supuso una fantástica sensación en el paladar.
Tartar de atún y aguacate, espléndido. Y para los no aficionados al elixir marinero, llegaron un "Entrecot de angus" junto a unos huevos fritos con patatas de carácter rústico.
Pero sin lugar a dudas, el plato estrella, aquello que nos hizo vibrar, fue una "Croqueta de sepia y perlas de wasabi". El carácter rotundo en presentación y sabor nos deparó una experiencia de altura. Una vez abierta la croqueta, aparecian los tonos minerales, como si de carbón se tratara. ¡Un verdadero éxtasis místico!
El servicio fue correcto, aunque el camarero que nos sirvió no viera con agrado el retraso de un par de comensales en nuestra mesa. No le dimos importancia, ya que suponemos del inmenso esfuerzo de estos profesionales en días como estos de semana santa. Y cierto es, que cuando vieron la presencia de nuestra cámara y escuchar comentarios en relación a nuestro blog, la actitud mejoró ostensiblemente.
Como último, la calidad-precio, y a pesar de no consumir postres y cafés, la cuenta justificó la calidad de los platos.
Texto y fotos de Giovanni R.Tortosa. |