sábado, 18 de noviembre de 2023

DÍAS OTOÑALES EN PARÍS

 

La Petit Péigourdine, un local con mucho encanto.


Solemos asociar París con el otoño, quizás por el aire melancólico que envuelve su atmósfera otorgándole mayor carga de romanticísmo. Así es; uno no puede desligar esa sensación en la llamada "ciudad de la luz", y aprovechando resolver cuestiones profesionales nos hemos dejado empapar del lirísmo envolvente de esta ciudad única.


Unos días de puro hedonísmo, de querer atrapar todos los placeres que nos ofrece dicho lugar, ya sean espirituales como puramente físicos.


El legendario Maxim´s.

Allí nos esperaba nuestra anfitriona: una amante del arte en todas sus vertientes, que además posee un talento singular, habiendo pisado escenarios de medio mundo junto a su violín. Ella acompaña desde hace más de veinte años a una de las legendarias figuras de la música romántica. Todo un icono que ha deleítado a varias generaciones con sus melodías y letras.

Las maravillosas ostras de Arcachón.

A excepción de los locales de comida rápida de corte turístico, en París es complicado encontrar un mal restaurante. En general tienen una calidad media alta, incluso en los llamados "bistrós". Por algo la cocina francesa ha dejado tantos regueros de literatura y raro es que un reputado cocinero de cualquier lugar del mundo no haya recalado en esta ciudad para su aprendizaje.


Comer unas ostras de Arcachón no tiene parangón con nada. Son con diferencia las mejores ostras del planeta. Y si encima las tomas en un local fantástico como Les Antiquaires la cosa toma formas de una verdadera catarsis emocional.


Unas "gambas grillets" con toda su salsa aromatizante te deja el paladar como adormecido por el placer. Y si encima rematas la situación con un té "Casablanca" con perfume de bergamota y menta, las sensaciones espirituales te ponen a los pies de san Juan de La Cruz como mínimo.



Degustaciones culinarias aparte, también hubo tiempo para visitar excepcionales locales como Sephora en Les Champs-Elysées. Es probablemente el mayor comercio de perfumes del planeta.


Fachada imponente de la macro perfumería.

Cualquier amante de los perfumes o maquillajes puede sucumbir en la densa atmósfera que emana este enorme local. Aromas de vainilla, cítricos, herbáceos, frutales, acuáticos, amaderados, cueros, tabacos, sándalos, ahumados, pachulí, resinas, inciensos, y un enorme etcétera flotan en el ambiente.


Los enmoquetados suelos rojos presiden el templo del perfume.


A modo de pequeñas capillas y altares, las grandes marcas perfumístas tienen sus espacios en este grán marasmo de los sentidos. La fragancia más estrambótica y exótica que busques la encontrarás ahí, porque de lo contrario no existe. Nosotros nos hicimos con un lote de la casa Armaf, que ofrecen unas esencias oscuras y de intensa proyección, tanto de salida como en su secado. Una de ellas está denominada como la "bestia negra" por su potencia y calado.



Estar en París y no visitar el mítico café "Flore" es como no recalar en el barrio de La Boca estando en Buenos Aires. 


Y encontrar mesa allí es toda una proeza. Tuvimos suerte, ya que una pareja de japoneses abandonaban la suya y pudimos aposentarnos. 


 



Pasear por el barrio de Trocadéro, uno de mis preferidos, es siempre apasionante, por la variedad y calidad de comercios que puedes encontrar. En una de sus cafeterías le metimos mano a este pantagruélico desayuno, su nombre en la carta es: Sexy Benny Egg, o "huevos benedictínos con salmón y aguacate"; -tál y como se subtitula en dicha carta.


Existen ciudades enormes que apenas te aportan curiosidad, sólo tienen una enorme carga de elementos, la mayoría de escaso interés; sin embargo París te seduce en sus aspectos cuasi minimalístas, en detalles que van surgiendo en edificios, puertas, ventanas, jardínes. Por ello, París no se ve, se siente como un aroma, como una mirada del ser amado.

Un delicioso postre con formas vaginales.


 



No hay comentarios:

Publicar un comentario