-"Con esa forma de tocar los cuerpos te aseguro que en Francia tendrías un tremendo éxito"-me dice mi amiga Madeleine Thibaut mientras acciona el gatillo de su cámara. En realidad, se refiere al masaje tántrico que acaba de recibir por mi parte.
-Aquí no sucede como en tu país, el masaje "tántrico" todavía es un tabú. Se cree que es un masaje de corte erótico, y no lo es. El hecho de masajear casi todo el cuerpo hace que se toquen ciertas zonas como las plantas de los pies, y sabemos que éstas son un enorme receptáculo nervioso que comunican con el resto de órganos, sexo incluido y por ello producen placer. Estas prácticas solamente son entendidas por personas de mentalidad abierta; en mi caso hay siete personas que gustan y sienten la felicidad que les reporta esta técnica. En Francia es algo que se tiene muy en cuenta y que contribuye a la buena salud tanto física como emocional.
Hotel Drouot, todo un icono de las subastas de arte. |
Agradezco semejantes piropos a mi amiga, que acaba de recalar en Alicante, con la intención de hacer un report en la mansión de un magnate francés situada en la costa levantina. Nos conocimos en París, allá por el 2004. Solía frecuentar las subastas del Drouot junto a su novio de aquella época, un anticuario llamado Alain, con quien hicimos algunos negocios. Trabaja como fotógrafa para varias publicaciones de interiorismo, decoración, moda y perfumes del pais vecino.
Madeleine tenía interés en hacer un reportaje del estudio donde trabajo, los cuadros, recoger la atmósfera de un pintor en definitiva. Mientras accionaba su cámara me soltó a bocajarro: "ando buscando un prototipo de hombre para un encargo fotográfico y creo haberlo encontrado". "No me interesa ese estilo de cuerpos macerados en gimnasios y salpicados de tinta, que van expandiendo testosterona por donde pasan, eso es demasiado vulgar; necesito un hombre que encarne el misterio, que no busque gustar ni sentirse triunfador de nada, que no venda todas esas tropelías de macho copulador, sin más".
L´atelier. |
La atmósfera y el climax vivido durante el masaje le han servido de inspiración, por ello quiere aprovechar la suave y acariciante luz de las velas, el aroma de incienso hindú, la música zen japonesa y en definitiva la calidez del momento para traducirlo en fotografías de corte intimísta. Añadió frutas, pescados y una pequeña colección de perfumes para componer unos hermosos bodegones. Mientras posaba, Madeleine me recordó ciertas situaciones vividas en París. Y hemos reido con algunas de esas peripecias como: "¡aquella tarde donde te endosaron un cuadro por el que no habías pujado!"
-Pues sí, en aquella subasta mi interés estaba únicamente en unos bocetos de Romero de Torres. Me encontraba de pié apoyado en una de las columnas de la sala cuando al parecer llevé mi mano hasta una oreja para rascarme; fue cuando el presidente de la sala entendió aquél gesto como cuando levantas el brazo para pujar. Al finalizar la subasta vino la secretaria para concretar aquella puja, y entonces le expliqué lo sucedido. Al saberlo, ella me pidió mil disculpas, pero su actitud, su mirada tuvo efectos devastadores en mí. Me vampirizó...¡era todo un bellezón!
-¿Pero, al final que sucedió con el cuadro?
-Era horrible, pero me lo quedé, lo pagué y le dije que aquello era lo mejor que me había pasado en una subasta. Ella quedó asombrada por mi respuesta y terminamos cenando en La Coupole en Montparnase. La cosa fué in-crescendo y al finalizar tomamos un taxi que nos dejó en mi hotel.
-¿Y todo eso por un error en la subasta? -Inquiere ella.
-Exactamente. Aquello tuvo una atmósfera muy romántica: se descalzó, llevaba unos elegantes zapatos de tacón azul lapizlázuli; se situó junto al ventanal que daba a la avenida Mountagne, observando la fina lluvia que caía esa noche y yo me acerqué para brindar con champagne por el incidente de la subasta. Entonces le susurré cosas que tál vez hoy me producirían un enorme rubor.
-¿Quieres decir que te enamoraste?
-A punto estuve, pero siempre llevaba puesto el freno de mano. Mi trabajo era un incesante ir de aquí para allá, no me permitía sostener una relación medianamente seria. La primacía estaba en comprar y vender cuadros. Por eso huía de esas cosas como el gato escaldado.
Madeleine que lo ha vivido casi
todo, no cesaba de escrutar los matices de mi semblante, la forma de posar, la gestualidad de las manos... Y fue cuando me preguntó si sabía algo acerca de los hombres "sigma".
-"Creo que tu lo eres"- me soltó de golpe.
-"No es fácil dar con un hombre de esas características".
A pesar que aquello me sonaba, sin embargo no tenía suficiente información del tema.
-"Llevo tiempo buscándolo y creo que tu encarnas al prototipo. Una prestigiosa casa de perfumes parisina me ha encargado un report con ese ideál masculino, para identificar una de sus fragancias".
No me dio más pistas, apenas me dijo que el personaje representaría a un hombre solitario con gabardina gris que caminaba por un bosque oscuro y húmedo, y algún ciprés por medio, en el fondo había una discreta fogata junto a una iglesia románica con aromas de incienso.
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