viernes, 5 de julio de 2024

MARUJA VILLALBA Y EL MAR





El abuelo Pepe Villalba está sentado de costadillo bajo el enorme emparrado  que hace de sombraje en el exterior de la casa. María, su mujer no para de mover su menudo cuerpo en las actividades cotidianas de ama de casa, madre y alma mater de una familia de cinco hijos: Pepita, Manolo, Maruja, Diego y Pepe.


Ambos desprenden naturalidad a raudales, y parecen como sacados de un report de National Geographic sobre un poblado del Himalaya, donde la sencillez y la felicidad viajan a la par. Los haces de luz se cuelan por el viejo sombrero de paja que cubre la canosa cabeza de Pepe. Sus pequeños ojos achinados se estiran, a la vez que esboza una sonrisa que pareciera eterna; no en vano es un hombre que valora y siente el humor así como la felicidad en una vida que fuera llena de carencias, hambrunas, sobreviviente de una feroz post-guerra.


Ejercen como guardeses de una especie de finca, propiedad de unos empresarios locales. Rodeados de vegetación, moran en una humilde casa frente a un estanque para remojar esparto y unas naves. El campo de fútbol  ejerce como vecino de ellos, y a través de una tapia se pueden visionar los partidos que juega el Club Deportivo Cieza.


La vida transcurre sin sobresaltos, en ese particular edén que los Villalba hacen realidad cada día. Tanto Pepita como Manolo abandonaron la estancia para casarse y residir en Cieza y Alicante respectivamente. Y en esas que apareció José Tortosa, hijo del sacristán de la Asunción, recién enamorado de Maruja. Pero, a diferencia de los demás, José ejerce una profesión que le hace convivir con el mar, con la mar, como le llaman los poetas y  marineros. Una extrañeza en un pueblo tán de secano como Cieza. El destino así lo quiso y por tanto, Maruja habrá de lidiar con ese raro desígnio: vivir un noviazgo sumergida en la incertidumbre que regala el mar a sus criaturas. 


En tiempos donde todavía no ha llegado el "wassap", los "iphones", donde hasta el teléfono clásico se hace de rogar, sólo quedan las cartas. Cartas inflamadas de amor, que probablemente describen la desazón vivida sin el ser amado, la peremne ansiedad de todo enamorado. Maruja que es profesora de corte y confección hallará en esas cartas y tarjetas postales el repentino consuelo a tantas horas de tejer telas, a la vez que sueños con aquél hombre de la mar; aunque quizás también llegue a su mente la literatura que va ligada y etiquetada a los hombres de esa misma mar: ¡que si un amor en cada puerto, que si tienen fama de conquistadores natos, o van desparramando toneladas de feromonas como los marineros del anuncio televisivo del perfume de Jean Paul Gautier "Le Male"!



La pareja irá sorteando todo un crisol de vicisitudes que marcan el tiempo y la distancia, para robustecer aquella relación no excesivamente convencional. A José, Maruja le quitó el barniz evangélico como nombre del carpintero de Galilea; ahora le llama Pepito. Y junto a  Pepito deslizará sus pies por el enmoquetado pasillo que le conduce al altar entre acordes del "Aleluya" de Haendel que brotan del armonio-piano ejecutado por Antonio Tortosa, padre de José y ya suegro, en la basílica de La Asunción.


Como sub-oficial que todavía es, José-Pepito buscará el lugar ideál para convivir con Maruja, pero debe adaptarse al aún exímio sueldo por lo que residen en uno de los barrios alejados del centro cartagenero. Después, al paso de unos años acamparán en el barrio de san Antón. Quedan unos años para llegar hasta la calle Trafalgar, tercer y último domicilio familiar. En medio de esta vorágine la vida les sorprenderá con el sortilegio de los primogénitos: Maruja perderá a su hermana Pepita. José lamentará la marcha de su también hermana mayor, María. Ambas sufrían dolencias cardíacas. El pequeño Antonio, con tán solo un año de vida se uniría a esa patética peregrinación, creando una triste  trilogía en la familia Tortosa-Villalba.


Las tormentas que ponen a la deriva barcos y otros artefactos marinos, también dejan que la luz del amanecer aflore entre nimbos y deshilachadas y agrisadas nubes. Queda pués un margen a la esperanza de un nuevo día y de manera intermitente aparecieron en escena: José Antonio, Jesús Ginés, María del Mar, Francisco Javier, Ana Silvia y Manuel.


El matrimonio consolidó sus férreas columnas y andamiaje dando muchos pasajes positivos y llenos de vida. El binomio Tortosa-Villalba daría para un extenso relato salpicado de cientos de anécdotas para referenciar en este humilde artículo, pero aún así el retrovisor de la nostalgia nos deja un emotivo momento, cuando el padre de José aterrizó en Cartagena en un legendario y flamante "citróen 2 caballos". Visitó el Arsenal, el barco Alcalá Galiano, también al reverendo don Juan Iniesta Gil; -en esa época párroco de Santa María de la Cabeza. Antonio Tortosa, un hombre fuerte, sin fisuras sentimentales resoplaba y se emocionaba al divisar en el horizonte anaranjado de la tarde el barrio de Santa Lucía. De ahí era su mejor amigo de la guerra, quien acabó siendo ajusticiado por un pelotón de fusilamiento. Antonio también estuvo allí, pero salvó su vida "in-extremis".


Lamentablemente, cada vez que alguien, un amigo, familiar o conocido es arponeado por esa cosa llamada cáncer, a nuestra mente llegan los lamentos de Hervé Gatssier, un anticuario parisino al que conocimos en una subasta de arte. Hervé tenía un tío investigador-científico, el cuál había conseguido una fórmula que lograba bloquear y aislar las células cancerosas en su búsqueda por el azúcar. Éste es el sistema por el que dichas células se retro-alimentan. Después de muchos años de investigación, ensayos y testear el producto, detectó su alta eficacia y lo ofreció a una marca farmacéutica. No sólo recibió el desdén y rechazo, es que también le llegaron amenazas de muerte si llegaba a promocionar dicha fórmula. Hervé comentaba con tremenda indignación: "¿para qué sirve toda esa farsa de hacer ver a la sociedad que el mundo científico está volcado en esa enfermedad, si luego esas multinacionales no quieren saber nada? Son más rentables los medicamentos paliativos que aquellos que pueden erradicar la enfermedad".


Atrás quedó la calle Mayor, el ilustre café donde se compuso "Suspiros de España", la  emblemática esquina de Los Cuatro Santos, los edificios modernistas; los Héroes de Santiago y Cavite parecen guias turísticos y el aroma acre y salobre de algas, petróleo y algunos desechos se entreveran con la sal marina provocando un potente olor ozónico y los reflejos plateados resurgen del verde limo de las aguas. El rechinar de gaviotas pone un acento lírico en el atardecer. En uno de los bancos, dos figuras humanas dialogan a la vez que sus miradas parecen centrarse en  la bocana del puerto,  en el faro "La Curra". El capitán de Marina ya retirado le explica a su grumete las sensaciones que él sentía cuando franqueaba aquél vestigio de piedra, de la encomiable e íntima felicidad que afloraba en su ser, al retorno de la batalla con la mar. El volver de nuevo a casa.

También le dijo que a pesar de las miles y miles de millas navegadas, de los infinitos puertos visitados, de los muchos avatares de la marinería, él fué hombre de un sólo amor. El grumete asintió esbozando una sonrisa cómplice a la vez que agradecía sus palabras. 


La figura del veterano marino José se pierde en un punto gris del puerto junto al joven Manolito, su fiél confidente.... 



A la familia Tortosa-Villalba. A la memoria de Maruja.                        

 J.Ruiz Tortosa









EXTREMEÑOS ADORABLES

 Desde que recalamos allí, hace más de una década, cada vez que nuestros sentidos nos alarman sobre las tierras extremeñas una sacudida rebosante de endorfinas nos inunda. Será que amamos en secreto esa geografía, especialmente a las gentes que conocimos y que el tiempo arrastró hasta el presente. 


Siendo el décimo aniversario de éste nuestro modesto blog, hemos decidido ofrecer unos premios de carácter simbólico, ya que estos sistemas de comunicación no dan ni para comprar unos chicles. Aunque en el blog hemos tratado una enorme diversidad de temas, desde viajes, visiones sobre el cristianismo, cosas de pintura, gastronomía, música, y así podríamos seguir; sin embargo nuestras querencias tomaron rumbo autonómico y se manifestaron hacia la venerable Extremadura. 


Y algún lector del blog se preguntará que siendo Extremadura tan grande, ¿por donde irán nuestros desvelos cariñosos?, y claro, Hornachos aparece desde el interior de la chistera. Una población no excesivamente grande, con un marcado contraste en la conformación de su arquitectura de ínfulas moríscas. Las diferentes cuestas parecen ascender a un altozano, como si allí morase un olímpo de los dioses. Como teníamos serias dudas acerca de quienes podrían ser premiados hemos recurrido a la inteligencia artificial:


Premio "DELIZIA OSCURA" para Ana Villena Diaz, por su trayectoria hostelera al frente de Castillo de Hornachos, un hotel-casa rural con empaque y reciedumbre. El encanto personal de Ana como anfitriona es delicioso. Su atractivo personal conmueve nuestros conceptos estéticos y nos llevan hasta el renacimiento. Los tonos claros de su piel contrastan con la potente oscuridad de su mirada, envolvente y casi vampírica, que nos envuelve como una fina capa de misterio.


Ana Villena

Premio "JARDINERO DEL AMOR" a José Antonio Blasco, arquitecto municipal de Hornachos. Si su calidad como profesional es más que notoria, su atractivo personal lo supera. Tomar unas copas de vino junto a él es sumergirnos en una atmósfera, donde su "savor-faire" como hombre cosmopolita nos impregna de finezza, cultura y amenidad. Pero, cuando el arquitecto extremeño toma las riendas como anfitrión es cuando resplandece su figura de maneras colosales.

Nuestra amiga Madeleine Thibaut, fotógrafa parisina de modas e interiorismo se expresaba así cuando le mostramos unas imagenes del arquitecto Blasco:


"Es el hombre ideal para sentarse sobre sus piernas y sentir el taladro de sus ojos, saborear esa mirada de caballero altivo en plena tarde invernal frente al fuego de la chimenea. ¡Me encanta su porte sobrio, con ínfulas de conquistador, aunque en el fondo haya sido el hombre de un sólo amor!


José Antonio Blasco

Después de estas sensaciones sólo nos queda brindar por el recién nombrado "Jardinero del Amor".

Y como tercer premio, que viene a denominarse "Après L´Amour", la galardonada es: María José Aguilar Venegas.

María José Aguilar Venegas.


María José es la versión reformulada y actualizada de Lilie Marlench, por su dilatado curriculum vitae, que le ha llevado a surcar diversos continentes y haber sido embajadora "ad libitum" de su tierra. Su figura jamás pasa desapercibida allá por donde sus rítmicos pies pisan. Precisamente, los ritmos le han conferido una sobretasa de sensualidad a su ya de por sí atractiva presencia. "Después del amor" es un premio sobradamente merecido por uno de los más bellos espíritus extremeños.

¡Felicidades a todos los premiados!




miércoles, 3 de julio de 2024

ANTONIO PIÑERO, EL DETECTIVE DE JESÚS DE NAZARETH

 El profesor Antonio Piñero vive cómodamente instalado en el siglo I. Vive la hermosa dualidad de ser un hombre moderno del siglo XXI, que cada día desciende a los sótanos pétreos y oscuros del siglo I. Es como un vampiro forense que fuera a realizar autopsias a evangelios tildados como apócrifos; otros denominados sinópticos;-con la garantía de oficialistas y bendecidos por Ireneo de Lyon. Chequear las actitudes ignominiosas de Gesio Floro u otros mandatarios de aquel tiempo. También, ¿y como no?; el epistolario "paulino": esos cincuenta folios que tanto juego dieron a la cristiandad; y todo un cuantioso legado que la espiritualidad judaica crea en época tan terriblemente convulsa.



    Piñero parece moverse "como pez en el agua" en ese ámbito donde las matemáticas quedan relegadas a un plano secundario, y la ambiguedad y el misterio son como un bálsamo que fluye natural en todo ello. Y surge la expresión: "repensar"; que para el tiene tanta importancia.
    Desencriptar, decodificar toda la mensajería que contienen tales escritos se antoja tarea mucho mas compleja que realizar un viaje a Júpiter, comprender la teoría de los átomos, pretender vender abrigos de visón en la Polinesia....Por tanto, el merito profesional de este filólogo e historiador es tal, que este país; un tanto analfabeto en materias de historia religiosa debería rendir el respeto que merece;-si hubiese nacido en Pennsylvania o Illinois seria posiblemente una de las autoridades mundiales en investigación  del Cristianismo. Pero Antonio Piñero es de Chipiona.

    De rasgos apolíneos, ojos claros, cabellos plateados; contenida elegancia, mirada regia y escrutadora, que recuerda a un emperador romano; su voz adquiere infinitud de matices, revelándose enfática cuando quiere remarcar un hecho o subrayar una evidencia. Por ello, sus exposiciones publicas y conferencias reportan un plus de interés. Se le nota enamorado, apasionado por su trabajo y eso lo transmite al publico.

    Y habría que agradecer su gran dosis de pragmatismo; de honestidad profesional: "no sabemos", "no tenemos fuentes";-son expresiones que suele usar ante ciertas preguntas. Creo que eso le honra. Otros investigadores aprovechan esos vacíos para rellenar con alambicadas fabulaciones lo que no tiene respuesta.

    Puede que Saulo de Tarso sea uno de sus personajes favoritos. La figura histórica de Jesús le resulta fascinante, aunque no le termine de emocionar. Tal vez, porque supo desnudarle; quitándole toda la hojarasca, y los cientos de barnices que la Iglesia puso a su egregia figura;-convirtiéndolo en el icono con mayor popularidad de la historia.

   Por tanto, el profesor Piñero es consciente de moverse en aguas fangosas cuando trata de explicar con su verbo sencillo, cálido y comprensible la historicidad de Jesús. Cuida su lenguaje al máximo, cada palabra es medida; la observa con lupa; va como de puntillas, con sumo respeto. Trata con la máxima "finezza" sus tesis.

   Y a pesar de todo ello, siempre hay un rechinar de dientes, un crujido metálico en el corazón de algún creyente confeso que confiesan no entender aquello del "fracaso mesiánico de Jesús". 
   Puede que se cumpla aquello, que un colega suyo dijo; el profesor Mario Saban: "los que entendemos a Jesús, no creemos en él, y los que creen en él, no le entienden"....
   A pesar de su abigarrada carrera profesional; repleta de publicaciones sobre la temática judeo-cristiana e innumerables charlas y conferencias, su excelsa humildad le hace mirarse interiormente y comprobar que apenas conoce una pequeña porción de todo el maremagnum de la historia, por el investigada.¡Es el lamento silencioso de un sabio humilde, como él!...
                                     Giovanni R:Tortosa
Fotografía: web Antonio Piñero