martes, 15 de octubre de 2024

SILENCIOS Y MISTERIOS EN FRANCISCO JOSÉ PALAZÓN

Los arcanos de la Tauromaquia son siempre inescrutables, que como ciencia infusa apenas revelan nada. Por ello, por vivir en ese mar proceloso, malharado, aunque seductor y caprichoso, los que navegan en él quedan impregnados de por vida con la pátina del misterio. 




Y nos referimos a sus primeros actores, a aquellos que forman parte del teatro único, el de verdad, donde el arte, la belleza y la muerte conforman una trilogía singular. La golfería que rodea y vampiriza a este espectáculo queda al margen. 


La historia del toreo está repleta de seres extraños, individuos de perfil acrisolado, enigmático; como si hubieran venido de otro planeta. Quizás, por su especial manera de adentrarse en los vericuetos de una incertidumbre siempre presente, de un devenir absolutamente incierto. Y al fondo de todo ese oscuro marasmo, probablemente les espere el radiante foco que la mano de un dios pagano les ha colocado para irradiar una luz sobrenatural, cegadora y brillante, otogándoles calidades de semi-dioses terrenales.


En la hiper-artificiosa y robotizada vida actuál se hace complicado comprender y asimilar la vida de un torero, de cómo se pasa del caminar por enmoquetados pasillos de regios hoteles al olor de estiércol que desprenden los patios de cuadrillas, para después acceder a un escenario circular donde oro, sangre y sol serán sus aliados. 


Francisco José Palazón es uno de esos seres cuyo destino le hizo acceder a ese laberíntico micro-cosmos, que al iguál que Teseo se las tuvo que ver con el Minotauro hace la friolera de treinta siglos, él también sintió la dicha de ser elegido.



Torero de reciedumbre clásica, de ancestros con la marca José María Dols Abellán, alicantino de Elda,  hoy maestro y faro-guia de auténticos zafiros, oros y perlas que serán pulidos a través de todo su baluarte de técnica y filosofía taurómaca. 


Borja Escudero, Kevin Alcolado, Iker Ruiz o Javier Cuartero no son cosas de la casualidad, vienen a ser los frutos de una entrega sin límites, donde los horarios y el esfuerzo personal que enarbola Palazón y hace que su labor cruce las fronteras de lo convencional.  Cuando algún aficionado contemple desde su grada las peripecias artísticas de sus discípulos, jamás podrá sospechar los desvelos que ese profesor, maestro y por siempre amigo tiene hacia ellos. Si te dicen que antes de romper el alba salen desde Alicante, camino de Badajoz para tentar unas vacas en la ganadería de Juan Albarrán, y que en el mismo día regresarán a Alicante, -al menos los que hemos efectuado muchas veces ese trayecto nos cuesta creerlo. Y así sucesivamente, ya sea Cáceres, Jaén, Salamanca; lo de la escuela alicantina y su capitán nos parece increíble. 




Llegará el día donde los Alcolado, Escudero, Cuartero e Iker serán los referentes taurinos de Alicante, cuando ya los Manzanares y Esplá sean una rémora en el tiempo. Entonces, Paquito Palazón, semioculto, solitario en lo alto del graderío, verá con ojos emocionados entre volutas de humo del cigarrillo las evoluciones y disfrutará de los éxitos de quienes un día pusieron sus voluntades y sueños toreros en él, en su talento de maestro grande.





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